Existen restos arqueológicos que demuestran que
los egipcios y los griegos ya utilizaban publicidad, o los
tablones de anuncios permanentes para difundir comunicados. Fue
en la edad media
cuando se elaboró una técnica que consistía
en grabar manuscritos en planchas de madera, lo que
permitía obtener cierto número de reproducciones en
pergaminos que se usaban para anunciar actos religiosos o
reclamos políticos.
"Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor, este invita a todos los buenos ciudadano de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de robusta complexión y ojos castaños. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información a cerca de su paradero; a quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejan las más bellas telas al gusto de cada uno, se le entregará una pieza entera de oro".
La frase destacada, es considerada una forma incipiente de publicidad.
Esta técnica persistió hasta que se
produjo el gran invento que revolucionó el mundo de
la
comunicación. La difusión masiva de mensajes,
la aparición en el siglo XVIII de revistas y
periódicos junto con el desarrollo de
la industrialización y el crecimiento de las ciudades
dieron el impulso definitivo al lenguaje
publicitario.
La industrialización en el siglo XIX
generó competencia entre las empresas. En consecuencia,
necesitaban dar a conocer sus productos y atraer la
atención del público, por lo que surgen las
primeras agencias publicitarias en EEUU. En este siglo adquiere
vital importancia el cartel como soporte publicitario, surgieron
grandes maestros cartelistas como Daumier o Tolousse
Lautrec.
El perfeccionamiento de la linotipia favoreció la
reproducción fotográfica y el
realismo de
las imágenes
publicitarias.
En el siglo XX aparecen otros medios de comunicación de masas como la radio, la
televisión y el cine que no
llegan a sustituir a los anuncios de prensa y carteles
pero sí compiten con ellos.